Apesar de que el esposo de Ângela Ferreira falleció en el 2019 debido a un cáncer, ella anunció el pasado lunes 20 de febrero que está embarazada de su marido.
La mujer logró esto con la inseminación post-mortem, método del que ella lideró el movimiento para abogar por su legalización en Portugal.
«Hoy finalmente comparto con todos ustedes la tan deseada noticia. Fueron años de lucha para llegar aquí, el proceso fue largo y doloroso… ¡Pero finalmente lo conseguimos! Con una alegría enorme y el corazón lleno comparto que ahora laten dos corazones dentro de mí», aseguró en su perfil de Instagram.
La historia de Ferreira y su esposo logró un gran apoyo nacional debido al documental de 2020 distribuido por la cadena TVI. Gracias a esta producción, Ferreira logró que más de 100.000 personas firmasen una petición para que la propuesta de legalización se discutiera en el Parlamento de Portugal.
Ferreira mantuvo una lucha por la legalización de la práctica después de que Hugo, su marido, dejara por escrito que deseaba de ella tuviera un hijo con la esperma que él había dejado en criopreservación mientras estuvo en vida.
La mujer logró su propósito en noviembre de 2021 cuando el Parlamento portugués permitió que la inseminación post-mortem se hiciera de manera legal. Con ello, la nación lusitana se une al corto listado de naciones europeas que permiten la fecundación después de la muerte y entre los que se encuentran Bélgica, Reino Unido, España y Grecia. Vale la pena aclarar que cada país define el marco legal en el que opera esta técnica de fecundación.
Con esta nueva perspectiva legal en Portugal, ahora se permite que la mujer sea inseminada con el material genético de su pareja fallecida siempre y cuando exista un consentimiento explícito de un proyecto parental. Igualmente, dicha fecundación debe darse en un plazo de entre seis meses y tres años después de la muerte del susodicho. En caso de que la fecundación sea exitosa y haya un parto, el bebé producto de la inseminación será reconocido de manera legal como hijo del difunto.
Vale la pena resaltar que si bien la legalización de esta técnica fue aplaudida por gran parte de la sociedad portuguesa, otros sectores no se sintieron conformes con ello, como el caso del presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa.